Soñó que nadaba en un mar encrespado, bajo un cielo metalizado con agujeros. Sintió la imperiosa necesidad de limpiar su espíritu por los excesos de sus juergas.
Sonó un zumbido. Se despertó. Bostezó. Apestaba a licor barato. Se dió cuenta que estaba desnudo. Al levantarse, pensó que tenía que lavar la ropa, pero había desaparecido. Podría haber sido cualquiera, pero vivía solo y no había ninguna amante en su cama. Sonó otra vez el zumbido. Se acercó con sigilo a la lavadora. Al mirar dentro, quedó aliviado por ver como su espirítu quedaba como los chorros del oro.